Mientras flotaba pacíficamente en la vasta extensión del espacio, conciente me imaginaba rodeada de una energía protectora que tomaba la forma de un huevo. Me sentía abrazada por un calor color blanco, suave y reconfortante. Podría estar allí relajada por horas, como cuando haces planchita en el agua. Sin embargo, la sensación armoniosa gradualmente comenzó a disiparse y surgió una molestia en mi espalda. Entonces, aparece una visión remota, tercera. Un ojo de mi conciencia que se separa del huevo y me puedo ver adentro de esa hermosa energía, flotando en el universo, como en el vientre de mi madre. Mi mirada vuelve a enfocarse desde un espacio superior y veo que de mi espalda salían numerosas redes de aspecto biológico luminiscente. Una especie de tejido venoso vivo y en movimiento que transportaba corrientes eléctricas. En ese momento, me di cuenta de que estos eran mis cables de conexión a la matriz artificial.
La sensación de desagrado que me causó inmediatamente se transformó en valentía. Tomé la decisión de desprenderme de esta matriz y vi como las cuerdas que conectaban a un tipo de placenta gelatinosa, lentamente se separaban de mi campo y comenzaban a marchitarse. Sentí que mi espalda necesitaba sanación y mi campo, integración. También me sentí un poco perdida y a la deriva durante este proceso. Temerosa tal vez. En silencio. Muchas voces a lo lejos queriendo racionalizar lo abstracto. Más silencio. Incertidumbre.
Luego vi la Tierra a mis pies, brillando hermosa, verde, azul y blanca. Cuanto amo la Tierra, me escuché decir. Y seguí flotando.
Finalmente, mi huevo entró en el campo gravitacional de la Tierra. Al principio tenía miedo de rendirme a la fuerza magnética que me atraía con intensidad. Me resistía ligeramente. Pero algo en mi se abrió y tuve un momento de profunda calma acompañada de cierta claridad y dicha. La Tierra como figura materna, me estaba guiando hacia su abrazo. Me pidió que me dejara envolver, enterrando mi huevo semilla, mi esencia y extendiendo mis raíces hasta sus profundidades.
En una danza armoniosa, giré en espiral hacia abajo y luego hacia arriba en busca de la luz del sol.
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